Queridos amigos-as:
En los días que se acercan de la Semana
Santa, Jesús va a decirnos en
qué consiste la verdadera Vida.
Jesús nos ha ganado el
corazón. Jesús es el camino que
queremos recorrer, porque estamos convencidos de que para vivir de verdad hay
que amar como Él ha amado. Nos disponemos a seguir paso a paso su
entrega hasta la cruz que nos abre las puertas de la vida más plena: celebraremos alegres esta Vida en la
noche de la Vigilia Pascual y durante los cincuenta días de Pascua, y seremos todo el año, con todas nuestras
fuerzas, discípulos y testigos del Señor.
Por eso os animo a que mováis vuestro corazón para acompañarle, y así
poder descubrir:
-
Que Él es la Vida venida del cielo. Por eso lo aclamamos el Domingo de Ramos.
-
Que sirviendo a los demás y
amando construimos la fraternidad que quiere Jesús, así Él lava los pies a sus
apóstoles para demostrar que el servicio a los demás es distintivo de sus
discípulos. También nos deja el gran regalo: su Cuerpo y su Sangre, su
presencia para siempre en la Comunidad. Todo ello lo celebraremos, reunidos
alrededor de la mesa de Jesús en su última Cena, la tarde del Jueves Santo en la fiesta del Amor.
-
Que muriendo, rompemos en nosotros el hombre
viejo con sus acciones de rencor, odio y violencia. Esto lo meditaremos el Viernes Santo contemplando la muerte
injusta de Jesús. Jesús nos ama hasta el extremo, hasta aceptar la muerte.
Le agradecemos su entrega y afirmamos nuestra fe en Él. Creemos que en Él la
humanidad entera, con sus penas y dolores, encontrará la vida.
-
El Sábado Santo y el Domingo de Pascua, viviremos la alegría de la resurrección de Jesús,
con la que nos invita a la aventura de la amistad, de la Alianza y de la Vida
con Dios, con la naturaleza y con los hombres. Contemplamos a Jesús solidario
con todos los mortales, sembrado en el sepulcro para hacernos a todos espiga de
su cosecha y de su gloria. Más fuerte que el mal que ensombrece el mundo, más
fuerte que nuestro pecado, más fuerte que todos los poderes injustos, el Amor
de Dios ha vencido y nos abre las puertas de la Vida. ¡Jesús ha resucitado! Con
alegría desbordante nos unimos a Cristo por la Luz, por la Palabra, por el agua
del Bautismo y el pan y el vino de la Eucaristía. Nos comprometemos a ser
siempre sus testigos.
Os invito a todos a celebrar estos Misterios
fundamentales de nuestra Fe cristiana, desde la casa, desde donde cada uno
esté, pero siempre desde el corazón.
Sin duda será una Semana Santa diferente, y que
nunca olvidaremos.
Con el deseo de que tengáis una Feliz Pascua de Resurrección en compañía de vuestras familias, y
que, Cristo resucitado, transforme el sufrimiento actual por la pandemia, en
esperanza y gozo.
Recibid un afectuoso saludo
Mª del Carmen Ropa González
Profesora de
Religión Católica
PADRE
NUESTRO NAZARENO
Padre Nuestro, Nazareno Y que no nos falte
el pan,
que siempre estás en el Cielo el trabajo y el ejemplo.
y, esta noche, junto a mí,
bajo el peso de la Cruz Líbranos de
todo mal,
y el brillo de los luceros. Padre Jesús
Nazareno.
Santificado sea tu nombre, Aleja la tentación
siempre, Jesús Nazareno, de estos tus
humildes siervos
y, con tu paz y perdón, que, en “madrugá”
cada año,
llegue a nosotros tu Reino. siguen tus huellas
sangrantes
y
lloran con tu recuerdo.
Hágase por todo tiempo,
en la Tierra y en el Cielo, Y quieren salvar
sus almas
tu Divina Voluntad, para, al
final de los tiempos,
Jesús Sufriente y Sereno. presentarse ante
el Creador
y
escuchar que el Padre Eterno,
Perdona, Señor a todos; con mirada
bondadosa,
haz que todos perdonemos; uno a uno, va
diciendo:
ampara a tus penitentes,
mira a Tus pies a Tu pueblo “Tú sí seguiste a Jesús:
que, a pesar de sus pecados, ¡con Él fuiste NAZARENO!
a Ti sigue recurriendo.
AVE MARÍA DE LA ESPERANZA
Sálvete Dios, Esperanza Esperanza
desolada,
Ave, María Nazarena, escucha
nuestra oración
llena de Gracia de Dios y, por nosotros, tus hijos,
en triste noche de pena. a Jesús el Nazareno,
elévale la plegaria
Dios Nazareno es contigo que, viniendo de
tus labios,
en la oscura madrugada no dejará de
escucharla.
y, en camino de la muerte,
Desde ahora, y en la vida,
más que el dolor y la Cruz, sé siempre nuestra Esperanza.
por culpa de mis pecados, Y, cuando la última
ropa
le pesan, Madre, tus lágrimas. sea la túnica morada
y, en busca del Juicio Eterno,
Bendita seas, Dolorosa, con temor vaya nuestra alma…
Virgen de amor abnegada,
entre mujeres del mundo ¡que no nos falten, María,
de todas clases y razas. ni el apoyo de tu mano,
ni el de Jesús, tu Hijo Bueno,
Y que también sea bendito que lavó nuestros
pecados…
el fruto de tus entrañas: con la Sangre del Cordero
este Cristo Nazareno y hoy,
postrados a tus plantas,
al que tu pueblo acompaña. nos convierte en NAZARENOS!
Santa Madre del Sufriente,
Autor: Baldomero Patón