MIÉRCOLES DE CENIZA (día 17de febrero)
MIÉRCOLES DE CENIZA. El Miércoles de Ceniza marca el inicio de la Cuaresma. En este día se celebra un ritual caracterizado por la “imposición de la ceniza en la cabeza de los fieles”. Los cristianos siguieron la costumbre judía en la que cubrirse de ceniza significaba una vuelta a Dios y un signo de cambio de vida. Algo parecido quiere significar entre nosotros este signo, lo repito: “vuelta a Dios y cambio de vida”. Después de bendecir las cenizas y los fieles presentes, proclamada la Palabra de Dios y hecha la homilía, quienes lo deseen se disponen a recibirla en filas hacia donde están los ministros. Los ministros ponen un poco de ceniza en la cabeza mientras dicen estas o parecidas invocaciones: “Acuérdate que eres polvo y en polvo te has de convertir” (Gn. 3, 19) o “Conviértete y cree en el Evangelios” o “Arrepentíos y creed en Dios”…terminada la imposición se hace una oración conclusiva del rito y se prosigue la Misa o se despide a los fieles, si no se ha celebrado dentro de esta.
EL COMIENZO DE LA CUARESMA ES EL MIÉRCOLES DE CENIZA y ya estos días nos dan ocasión para pensar en la llamada que el Señor nos hace a través del tiempo cuaresmal y que os sintetizo, recordando lo que ya he escrito en la introducción:
• Es un tiempo para redescubrir la ruta que hemos de seguir en nuestra vida a través de un doble camino, tan paralelos que se unen en uno sólo, como nos enseñan los “mandamientos de la ley de Dios”: caminar de cara a Dios y caminar de cara a nuestros hermanos. Porque en el caminar de la vida lo que importa es no perder de vista la meta. Y ¿Cuál es nuestra ruta?... Merece la pena tener clara la meta hacia la que caminamos. Ahora tenemos días de examen y replanteamientos.
• Convertíos a Mí, dice el Señor, porque yo debo ser la meta de vuestro caminar. Y las cenizas te pueden recordar en qué quedan los vanos proyectos, las ganancias que corroe la polilla y los ladrones pueden robar, los placeres que pasan y nada dejan.
• En el camino evangélico se nos ofrecen tres aspectos que nos enderezarán hacia Dios y hacia los hermanos: el ayuno, la oración, la penitencia, todo ello a favor de nuestros hermanos. Y ¿Para qué sirve eso?: EL AYUNO (ayuno y abstinencia es la tradición) para recordar que se pasa hambre en el mundo, que debes compartir tus bienes con los demás, que debes ser consciente del sufrimiento que da la escasez. LA ORACIÓN para unirte a Dios y pedir por ti, por tus hermanos y por los problemas de la vida. LA LIMOSNA, no sólo los céntimos o la moneda que depositas en las manos tendidas, sino el acercarte a tu prójimo, luchar por la justicia social, porque a nadie le falte el trabajo, por crear un buen ambiente a favor de todos los necesitados, por acoger al emigrante y al forastero.
• Así podemos revisar nuestra relación para con Dios, para con nosotros mismos y para con nuestros hermanos.